Con cierta ansiedad quitaste la corbata de mi cuello, con tus dedos desabrochaste poco a poco cada uno de los botones de mi camisa…
Mi respiración se agitaba, mi pulso se aceleraba, una sensación mezcla de emoción y suspenso ceñía a mi mente, me dejaba llevar con un suave temor…
Tus dedos terminaron su labor y con delicado movimiento, descubriste mi pecho…
Pude mirar sorprendido en tus ojos una emoción controlada, como cirujano que con pericia escudriña el área donde trabaja, mientras mi emoción se desbordaba…
El pecho se me saltaba, la lucidez se tornaba en pasión, solo alcanzaba a controlar el deseo vehemente de abrazarte…
Pusiste tu mano en mi pecho, las yemas de tus dedos casi rozaban mi cuello y con un movimiento lento acercaste poco a poco tu rostro hacia mí…
Instantes intensos y dichosos que hacían de mis pensamientos un campo de batalla donde con arrojo y pasión se abrían paso innumerables sensaciones…
Y depositaste un beso en mi corazón…
Y toda la pasión generada se convirtió en ternura, toda la confusión de sensaciones vivió una metamorfosis instantánea, lagrimas de dicha rodaron por mis mejillas, verdaderos torrentes que a su paso arrastraban a fuerza de agradecimiento: penas, remordimientos, dolor y angustia…
Miré hacia abajo, miraste hacia arriba, descubrí el brillo de un amor puro en tus pupilas… Con la paz de un ser limpio me miraste con extrañeza y preguntaste: ¿Porque lloras?...
Porque me has salvado…
De felicidad también se llora…
Tere te amo.
DiezSDiez
Beso en el corazón...
