Rádulf miró sin mirar la carta que estaba en sus manos, en su corazón muchas sensaciones se arremolinaban, muchas letras habían tendido un puente desde tierras lejanas y dos corazones se habían acercado de manera especial.
Ahora esas mismas letras que los habían unido en la distancia, los acercaban, ahora estaba mucho, mucho más cerca en cuestión de medidas, pero seguía existiendo un abismo entre ellos, la distancia ya no era obstáculo, una parte de su ser deseaba correr a su encuentro, otra la que salía ganando simplemente respetaba lo que la vida había dictado, y disfrutaba del momento.
El viaje para acercarse a la Cárdigan también lo había alejado de ella ya que las cartas que eran sumamente frecuentes se habían detenido.
Su corazón se sentía inquieto, extrañaba las letras, las caricias, la emoción, la paz que estas contenían...
El escaso tiempo que los había alejado parecía eterno, realmente cuando un lazo tan fuerte se crea no es fácil destruirlo, pero las letras que fluyen a través de este lazo son quienes le dan sentido, son venas que unen a dos corazones y las letras son la sangre que alimenta y da vida. Su corazón se sabía amado y realmente amaba, pero no podía evitar extrañar...
Sacudió la cabeza con fuerza, abrazó el mazo de cartas, su preciado tesoro, como si en ellas estuviera la vida y se tiró en el camastro de la habitación.
Lágrimas dulces se mezclaron con las saladas lágrimas de ternura, lágrimas de esperanza, lágrimas de temor, lluvia lejana a la desesperación, lluvia que limpiaba y purificaba los sentimientos, lágrimas que brotaban del amor que existía en su corazón...
Un instante de catarsis para después quedar otro instante en silencio, con la mente fija en el dulce sabor de estar locamente enamorado...
De sus labios resecos brotaron algunas palabras, que aunque fueron casi un susurro, resonaron en la soledad de la habitación:
Cárdigan, Cárdigan, Cárdigan... te extraño tanto, necesito establecer una conexión, para que las letras fluyan...
Besó las cartas como si fuesen labios carnosos, tomó pluma, tinta y papel y se sentó a intentar escribir, pero existía un llamado misterioso en las cartas que permanecían cerca de él...
Momentos intensos... Dejó a un lado la escritura y tomó la siguiente carta:
"Mi querido Rádulf verdaderamente sus palabras cautivan a mi corazón, me siento agradecida al poder leer sus letras y realmente creo que existe algo misterioso en todo esto, he leído a los grandes poetas de estos y otros tiempos, dicen que soy una mujer especial porque prefiero la compañía de un buen libro a las fiestas o reuniones de la corte. Le soy sincera se me hace tan superficial y tan hipócrita el comportamiento de mucha gente que me busca por un título mas no por lo que soy.
Y sin embargo en sus letras encuentro un llamado tan especial, una confianza a expresarme como nunca la había sentido, una magia que me atrae y me hace soñar, creo que lo que nos está uniendo va mas allá del entendimiento...
¿Usted cree que exista otra vida?... Y si lo cree ¿será posible que en ella nos hallamos conocido?
Perdón por mi atrevimiento pero creo que con usted puedo hablar sin temor a ser juzgada.
Reciba un beso cariñoso, respetuosamente: Cárdigan."
Un profundo suspiro laceró el silencio seguido de palabras sonoras: ¡Un beso! ¡Un beso!
¡Quiero ver los labios que me han besado, quiero ver los labios que he besado!
...
La noche ha llegado ya... Una historia está por escribirse, un momento promete convertirse en sublime, un instante, un latido, un anhelo... una historia de amor.