Capítulo 10 "Destellos en dagas."

Rádulf caminaba ufano a aquel espacio que en secreto había sido testigo de algunos encuentros, los enredos amorosos del conde le daba la oportunidad de regresar más pronto e iba en busca de inspiración; dio la vuelta listo para contemplar el paisaje que anhelaba y esperar a que la suerte le sonriera, cuando su corazón se detuvo, ahí en lo que él consideraba su espacio, estaba la mujer que hacía latir su corazón, pero en brazos de otro hombre...

Encubierto por una enredadera se acercó a la escena y alcanzó a escuchar un concierto de palabras cariñosas llenas de amor acompañadas de besos y caricias...

Sin fuerza para decir nada se alejó de ahí, sintiendo su corazón destrozado y algo en su garganta que lo ahogaba. Promesas rotas, esperanzas que se desvanecían, letras que se manchaban con la mentira, momentos difíciles, secretos y ausencias que a la luz del descubrimiento tomaban sentido...

Un oscuro velo cubrió su visión y se encontró en un enfrentamiento, el reclamaba airadamente el engaño, ella daba justificaciones y aseguraba ser presa de las circunstancias, lagrimas corrían por sus mejillas y la historia con Karime llegaba a su fin.

Como escenas cortadas pasaron ante sus ojos encuentros tormentosos en los que se le aseguraba un amor total, que, sin embargo estaba en la oscuridad, pues a la luz del pueblo esa relación no existía...

El tiempo curó las heridas y algunas historias más se escribieron en cartas y encuentros hasta que la soledad lo miro con ojos seductores, lo tomó de la mano y lo llevó por caminos apartados del bosque del amor, esa soledad le hablaba y lo dejaba escribir a solas, ensordecía sus oídos a tentadoras palabras, y cubría la luz de cualquier estrella, hasta que un día una carta tomó forma de mujer y ante sus ojos se incendió como una antorcha iluminando la oscuridad de su existencia. Una mano cariñosa se extendió llamándolo a tomarla, y él caminó hacia ella con intenso placer, a punto estaba de tomarla y llevarla a sus labios cuando una voz lo llamó desde el pasado:

—"Rádulf aun te amo".

Se sintió despojado, por una fuerza extraña, aquella mano que estaba a punto de besar fue arrebatada casi de sus labios por otra mano, que colocaba en ella una sortija de compromiso.

La voz que atrás resonaba no era suficientemente fuerte, pero el diamante que habitaba en la sortija que veía aun tan cerca, lanzaba destellos que se convertían en dagas, que laceraban su cuerpo, ensangrentado retrocedió, y entre lágrimas y sangre pudo ver como la luz que lo hacía feliz bañaba ahora a otro hombre, un último destello lanzó aquella sortija que se convirtió en daga y fue a clavarse en su labio inferior penetrando hasta la encía, y enmudeciendo sus sollozos; en un último aliento, pegó un grito aterrador...

Rádulf despertó en medio de un grito muy fuerte, sentía su frente y su cuerpo, empapados, llevó su mano al labio y lo sintió intacto, limpió con esa mano su frente y miró el líquido que la mojaba, descubrió sudor y no sangre como era su temor...

Poco a poco la conciencia regresó a él, recordó que terminada la comida con Claudine, había subido a su cuarto perplejo de tantas palabras se había dejado caer en la cama y el sueño lo había arrastrado...

¡Qué sueños! Se dijo, tratando de dar descanso a su corazón batiente, historias pasadas combinadas con imágenes increíbles, con sucesos y temores presentes...

Uf f, realmente esta espera es angustiante... Se asomó a su balcón, miró en dirección del castillo, observó a lo lejos destellos y pequeñas imágenes que se movían, el casillo estaba retirado pero la actividad se notaba...

Un arroyuelo ensortijado pasaba a un costado del castillo y se perdía en el horizonte... Este río pasa a un costado del pueblo, creo que encontraré un lugar para refrescarme y quitarme esta extraña fiebre, pensó mientras tomaba sus cosas y salía de la posada.

Caminó calculando interceptarlo a la altura del pueblo y no tardó mucho en encontrarlo, caminó un poco más en su rivera hasta que encontró un discreto espacio encerrado por árboles y plantas donde internarse en sus aguas.

Se sentó a la orilla, se sacó la camisa del pantalón, se quitó las botas y metió los pies en el agua, tocando el fondo suave mientras su pies se perdían en el barro y el agua se enturbiaba un poco, sintió descanso, los dedos de sus pies se movieron, era algo relajante, hizo un movimiento para quitarse la camisa pero sintió como alguien se sentaba a su lado así que se detuvo y volteó algo sorprendido...

En su moreno rostro se dibujó una sonrisa, el sol ya lanzaba sus rayos de costado, la tarde era aun calurosa algunos árboles estaban teñidos de color lila por tantas flores en forma de campana, un aroma a tierra mojada, un ambiente de paz...

....

Una historia está por escribirse, un momento promete convertirse en sublime, un instante, un latido, un anhelo... una historia de amor...


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