El sol anunciaba que la tarde entraba, el bullicio continuaba, Rádulf llegó hasta la posada y estaba dispuesto a subir a su cuarto cuando una mano lo detuvo del brazo.
—¿A dónde vas Rádulf?, mira que vienes todo desencajado, no sé dónde has andado pero te ves exhausto, ¿Quieres comer algo?
Rádulf miró a Claudine, su rostro amable y sereno lo convencieron.
Se dirigieron a la pequeña mesa en la cocina pero esta vez Claudine puso dos lugares con plato y después de servir se sentó con él...
Lo miró en silencio por unos momentos, Rádulf realmente estaba extraviado, los sonidos, las ideas, los pensamientos de la plática anterior aún resonaban en su cabeza.
Claudine simplemente sonrió con discreción, tomó un pequeño recipiente con vinagre y sirvió un poco en la copa de Rádulf, éste, absorto en su mundo, instintivamente tomó la copa y dio un sorbo, su rostro cambió instantáneamente hizo un movimiento como para escupir pero le dio pena así que se aguantó, Claudine estaba muerta de risa, sus manos en su boca intentaban calmar una gran carcajada, él resoplaba y se servía de una jarra de agua, para después tomarla, por fin el momento pasó y volteó incrédulo hacia Claudine...
—¿Que me has hecho?
—Perdóname pero tenía que sacarte de tu letargo ¡Me muero de hambre!
Rádulf la miro un momento y soltó una carcajada y ambos comenzaron a comer...
Una vez terminada la comida que se dio prácticamente en silencio Rádulf tomó la palabra,
—¿Y cómo va tu día?, ¿Cómo has estado?, En la mañana ni tiempo de escucharte y menos de agradecerte me diste, cuéntame de ti.
—Pues mucho trabajo mi querido poeta, he andado de aquí para allá toda la mañana, eso si bien pendiente de lo que pasa, tu sabes curiosidad femenina, por lo demás te has desaparecido mucho en nuestras tierras, así que supongo que no estás al día de las noticias ¿o sí?
—La verdad no, realmente me he dedicado a las letras y al trabajo con el Conde.
—Supongo entonces que no sabes nada de , —dijo Claudine con cierta picardía.
Rádulf la miró extrañado y balbuceó:
—¿Me dirás que tu si?
—Creo que no es precisamente tu amiga ¿verdad?, tu sabes las noticias corren. –Claudine soltó una carcajada.
—Sabes bien que no confío en ella, pero uno se entera de las cosas y pues dicen, que ya terminó su tórrido romance. ¿Te interesa la noticia Rádulf?
—No, esa ya es historia pasada y creo que tú lo sabes.
—Uy el poeta se pone serio, aunque...— Claudine echó su cuerpo hacia atrás, mirando detenidamente a Rádulf, después se adelantó y tomando sus manos dijo:
—Poeta, veo en tus ojos un brillo especial, si no te conociera diría que estas enamorado, me podrías decir ¿Quien ha conquistado tu pluma?
Rádulf la miró, el volcán que traía en el interior parecía explotar, quería gritar su amor, quería contar su angustia, quería expresar su emoción...
Respiró profundamente y exhalo un suspiro:
—No Claudine, no puedo... Tienes razón mi corazón estalla de amor, mis letras contienen en su tinta un nombre, mis sueños tienen dueña y mi mente solo piensa en ella, ya no respiro si no es su aire.
Claudine lo miró con ternura, realmente apreciaba a ese hombre...
—Sabes Rádulf, hace algunos días terminé con Esteban, creo que lo conoces es mensajero de estas tierras, aunque últimamente ha estado mucho en nuestra villa, al parecer con mensajes para el Conde, el me platicó algunas cosas y también me hizo el favor de incluirme en el servicio del palacio de este lugar, al que por cierto tengo que ir por la tarde... en fin creo que me enteraré de asuntos más suntuosos.
Rádulf la miraba sorprendido, tratando de calcular todo el significado de aquellas palabras...
Claudine tomó su mano y apretándola dijo:
—Sé que Karime es una mujer talentosa, tiene un trato muy especial, aunque, yo le sacaría los ojos por cosas que me he enterado que hizo, que te hizo, y que tu jamás reconocerás, por ese corazón tan confiado y apasionado que tienes, creo que cualquiera te felicitaría si tu relación con ella regresara, pero yo conozco tu corazón y creo que debes entregarte a otro sueño, tal vez solo quede en eso: solo en un sueño, pero mi bello poeta, naciste para amar, de una forma que inspira... ¡No desfallezcas lucha contra todo!
Una agria voz interrumpió el momento: —¡Claudine ya es hora! Mira que tengo las manos cuarteadas de fregar trastes y tú en la comodidad como damita de la corte, anda ven que ya para mañana no contaré contigo.
Claudine de levantó rápidamente, le dio un beso en la frente y desapareció.
Rádulf estaba desconcertado, demasiadas palabras, demasiados sucesos, hilos que se entrelazaban, haciendo una maraña de situaciones, sentimientos, miedos, deseos...
Cerró los ojos, respiró profundamente, y suspiró....
...
Una historia está por escribirse, un momento promete convertirse en sublime, un instante, un latido, un anhelo, una historia de amor...