En mi adolescencia un día llegué a casa y encontré un libro sobre un estante que me llamó la atención, hasta ese momento la lectura era más bien una obligación.
“Las Alas Rotas de Gibrán Jalil Gibrán” lo abrí y en la primera página leí una dedicatoria para mi hermana. Por curiosidad comencé a leer y no me detuve, fue algo especial… Cuando finalicé de leer ese libro me dije: Yo quiero escribir.
Y comencé mis intentos incipientes y la vida me fue dando motivos para soñar por un tiempo, hasta que la vida misma me atrapó y aquellos momentos de soledad con la pluma y el papel fueron cambiados por el ruidoso estándar de estudios, sociedad, trabajo, familia…
A lo largo de mucho tiempo la escritura solo fue una herramienta para otros menesteres, aunque existieron algunos chispazos en donde el sentimiento, el papel y la pluma tuvieron breves encuentros.
Pero la vida volvió a dar un giro y me miré de frente con mi vieja amiga la soledad y esta vez venía acompañada de incertidumbre. Y nos refugiamos nuevamente con papel y pluma a contarnos algunos deseos y secretos.
He sido ingrato con las letras, me he acercado a ellas solo en los momentos oscuros, pero hoy hago un intento más por hacerle caso a ese llamado de mi adolescencia.
Hoy concentraré en este espacio todos esos escritos que han quedad registrados en papel o bits y como proposito, seguiré escribiendo.