La senda

2011-04-13

El sol reflejó en el cielo los últimos destellos de su estancia en el día, la tarde vivía una agonía de naranjas y rojos, dando paso a la oscuridad de la nueva noche.

Mi mente y mi corazón navegaban por mares conocidos, un océano de recuerdos recientes y pasados, ramilletes de sentimientos que movían no solo a la contemplación y la reflexión, sino también a la escritura, mis manos ansiosas buscaban ser el medio para expresar, para escribir, para describir, para soñar…

 

Si bien la realidad es una, mi corazón se niega a aceptarla como tal, no quiero dejar de extrañar, de desear, no quiero caer en la inconsciencia de una espera, por la comodidad de no ansiar. Quiero estos nervios, este deseo, esta emoción, quiero tener presentes tantos “te amo” que nacen del corazón y se quedan en el silencio, quiero anhelar decirlos y mostrarlos…

 

La vida pone a prueba muchas cosas, el tiempo en su caminar va dando madurez y permanencia a lo que tiene verdadera esencia y desaloja de su camino lo que no tiene cimientos fuertes.

 

El caminar por este mundo de instantes y suspiros requiere de dar un paso a la vez, de marcar un senda y seguir en ella, el ruido y las visones que se forman en sus laderas son frutos apetitosos que intentan detener nuestro camino, las montañas y valles dan belleza al paisaje pero también por momentos ocultan el final del camino, aquel punto luminoso al cual decidimos llegar al iniciar el viaje, muchas veces queda oculto y es fácil perder el rumbo, pero basta llegar a una cima para retomar energías y continuar el sinuoso camino.

 

La senda hacia los ideales está plagada de de abandonos, de poblados que se han formado de los que han abandonado el caminar y se han quedado a la vera del camino.

 

No quiero dejar de caminar, no quiero dejar de luchar, no quiero sucumbir ante la ley de los hombres que no saben quién soy, y donde está mi felicidad.

 

Nacemos para ser felices y en momentos de lucidez es claro el camino que debemos seguir, la senda que no lleva a esa felicidad, senda que en si es principio y fin de nuestra felicidad, porque no solo seremos felices al final del camino, en si el caminar y buscar un ideal es la felicidad…

 

Mis letras saltan de un lado al otro, el regreso de las letras a mis dedos es un tanto abrupto y tal vez quisiera seguir escribiendo en un día a día poemas vivos de amor, pero aprovecharé estas pausas para dejar que fluyan… a veces para algunos de nosotros el silencio en las letras es poesía viva en la existencia.

 

Quiero amar… y amo en todas las formas que se puede amar…

 

Zenda.

 

 


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