Que el tiempo transcurra

Una palabra me hizo un guiño,

atrajo mi atención,

y recorrí las demás palabras,

simplemente quede encantado,

su suave cadencia,

su sencilla belleza, su profundidad.

 

La comunicación se dio,

primero con inocentes mensajes,

después como la creciente del río

al pasar de la tormenta,

las palabras fueron creciendo,

hasta convertirse en caudalosos torrentes

de sentimientos, emociones,

presentes y pasados.

 

Pero en la esencia de las palabras

circulaba algo más,

una especie de complicidad de almas,

un ensamble de sensaciones,

una comunión que va más allá

del entendimiento formal,

un algo,

que le da un tinte distinto a una platica.

 

Apertura, de historias,

de emociones, de sentimientos,

sin demasiada prudencia,

sin falso pudor,

pero a la ves en un tono

sereno y apacible,

palabras que transmitían su valor tal cual.

 

Un “te quiero” cariñoso,

sin intenciones escondidas,

sin deseos ocultos.

Cristalinas palabras

que dejaban ver el fondo de las almas….

 

Sin prisas,

sin arrebatos,

solo realidades físicas,

sentimentales y espirituales

 

Y en una bella noche,

nos quedamos a ver el alba,

cada uno con su nuevo amanecer

que pareció fundirse en uno,

cada quien con su propia soledad

que dejó de ser soledad,

cada corazón sanando

sus heridas individuales

pero en una caricia compartida.

 

Te ofrecí mi mano y la tomaste,

el día apenas inicia,

el futuro aún no llega

y no se que traerá consigo,

solo se,

que mi corazón no está solo,

que tu estas aquí

y que tu tierno corazón

acepta las caricias de mis palabras.

 

Hoy solo dejemos que el tiempo transcurra,

acompañémonos mutuamente,

mira que la luz es bella,

la naturaleza despierta

y las palabras son sinceras…


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