Cerré los ojos con fuerza y desperté mirando los tuyos,
ahí estabas frente a mí, con esa mirada bella y transparente,
con tu rostro tierno y armonioso, con tu sonrisa radiante.
Durante mucho tiempo había pensado en ese encuentro,
me había repetido una y otra vez,
que en ese instante incierto en el que te tendría frente a mí,
debía estar tranquilo y mesurado,
sin embargo la sangre se agolpaba en mis sienes
y mi corazón latía con fuerza...
nos miramos un segundo y un hola salió de tus labios...
Y la física no pudo más,
como dos imanes
nuestros cuerpos se atrajeron;
un abrazo fuerte,
profundo y casi desesperado
nos convirtió en uno,
nuestras bocas se buscaron,
como si del encuentro
dependieran nuestras vidas,
y se encontraron...
Ah maravilloso viaje al paraíso,
indescriptible sensación,
tus labios, mis labios,
tus manos, mis manos,
tu cuerpo, mi cuerpo,
y todo un cúmulo
de sentimientos acumulados
brotando en un instante:
las charlas,
las historias,
la poesía,
desbordándose de un solo golpe,
inundando segundos interminables
de felicidad infinita,
sentía tus manos en mi espalda,
en mi cuello, en mis cabellos
y en celestial armonía,
mis manos recorriendo tu espalda,
tu cuello, mesando tus cabellos,
mientras nuestras almas
se comunicaban por medio de un beso...
Un beso tierno y desesperado,
cálido y ardiente,
suave y poderoso...
No sé si fue un instante,
no sé si fue mucho tiempo,
solo sé que el universo entero
se detuvo en un instante,
que los coros celestiales
cantaron a mi oído,
y que ese bello encuentro,
ese beso y esas caricias,
no los cambiaría por nada,
que serían el tesoro
más preciado de mi corazón
y de mi vida...
Cerré los ojos con fuerza...
y desperté...
¿Sólo fue un sueño?...
Me niego a aceptarlo...