Dejaste caer la luz de tus ojos sobre mi
y me convertiste en un ser de luz
dependiente de ella.
Te desprendiste de tu sonrisas
y me regalaste un momento de alegría
y esa alegría fue como bálsamo para mi alma.
Dejaste escuchar un canto de tus labios
y mis oídos se convirtieron en trono para una ninfa
y la magia hizo vibrar mi corazón.
Vertiste tus palabras en un escrito
y todo mi ser se volvió lector
y el espíritu vivió cada palabra,
cada letra, cada estrofa
con imágenes reales y sentimientos verdaderos.
Hechizo de amor,
que supera las barreras incluso de la negación misma,
pasando por pruebas
pareciendo morir en el camino
pero como ave fénix levantándose de las cenizas.
Sentimiento que ante los inviernos de la realidad
permanece inerte e inmaculado en el ceno de la tierra
pero que al primer calido rayo de sol
deja brotar su retoño.
Amor que no muere,
amor que permanece,
amor que con suaves dedos desenvuelve
el preciado regalo del corazón.
Dejaste que te mirara a los ojos del alma
y quedé prendado de ti.
Inciertos caminos que me importan poco
porque este amor vivirá en mi eternamente.
Te amo.