Te ofrecí mis brazos como refugio
y estos se convirtieron en trono para una reina,
te ofrecí mi pecho como morada
y mi corazón se volvió un palacio,
te di mi ser como ofrenda de amor
y de mi interior brotó la luz.
Mi ser común se tornó especial,
mis labios que balbuceaban hoy cantan,
mi esencia tal vez gris se tornó luminosa
y es que recibir a un ángel en mi corazón
me hizo una mejor persona
y un bendecido entre los comunes.
Estás en cada gota de mi sangre,
en cada tramo de mi piel,
estás en el aire que respiro
y en la suave brisa que acaricia mi rostro.
Te convertiste en mí
cuando buscaba ser parte de ti,
me convertí en guardián y niño pequeño
en cuidador y protegido,
en palabra que se vierte a cada instante
y melodía que susurra en mi oído.
Unión perfecta de seres imperfectos,
unión imperfecta que abraza la perfección
canto independiente que se enlaza
en armonía y silencios perfectos.
¿Qué sabe el sordo, de la música?
¿Qué sabe el que dice que oye, del silencio?
¿Qué sabe un corazón endurecido por kilos de tradición,
de la ligereza volátil de una flor arrojada al viento?
¿Qué puede objetar la belleza
ante la complementación profunda de dos seres?
¿Qué puede anhelar un corazón,
si sus fibras son acariciadas por el amor?
Que el tiempo hable, que la gente califique,
que la ciega tradición permanezca vigilante
ante el amor, ante este amor
que camina pausado entre la maleza.
yo te amo, tú me amas
tú me amas, yo te amo…
Esta sinfonía de vida es inmortal…