En la taberna

La taberna estaba llena de bullicio

en una mesa allá en un extremo,

se había conformado extrañamente

un grupo de distintas clases

gracias al calor del vino y de la fiesta.

A pesar que estaban juntos

cada uno conservaba en lo posible

su posición y no perdía la oportunidad

de ufanarse de sus propiedades,

logros y hazañas.

De pronto Rodrigo rico heredero

de una importante familia tomó la palabra:

Yo no entiendo como pueden reír

tan abiertamente cuando la vida

les tiene un futuro tan incierto.

Yo no debo preocuparme,

soy heredero de una gran fortuna,

tierras y propiedades

mi apellido me da dignidad y la gente

se inclina a mi paso,

puedo hacer y adquirir lo que sea,

incluso emborracharme con ustedes…

Una carcajada al unísono se dejó escuchar

A pesar de la ironía.

¿Donde están sus seguridades? Preguntó.

El sonido de una espada que se desenvainaba sonó

Y Armando (guardia del castillo)

La levantó hablando con voz fuerte

¡Aquí! Que todos se rinden ante mi espada

soy el mejor esgrimista del reino

mis batallas ya son leyenda

mi osadía es inspiración de futuras generaciones,

nadie me reta y las mujeres se me rinden

en busca de seguridad.

Nuevamente la risa inundo el ambiente,

pues para mujeres yo, increpó Mateo,

alto, esbelto y apuesto joven de ojos azul profundo

y cabellos de oro,

que al momento de hablar tomó de la cintura

a una le las meseras y la llevo a sus piernas,

la chica se sonrojó sin dejar de admirar

la perfecta belleza de aquel mozuelo

quien después de una mirada

le plantó un descarado beso antes de dejarla ir.

Amigos no se pide permiso,

el sol o sea yo ilumina y calienta

el escote de cualquier mujer.

La carcajada fue sonora nuevamente

incluso urras y palmas se escucharon.

Pues yo no me quejo dijo Don Simón,

he sido hábil comerciante,

mi ingenio me ha propinado una considerable fortuna

conozco gente importante

¿Verdad Rodrigo? Y mis estrategias

me han llevado a tener un buen poder oculto,

díganme a quien hay que destruir o despojar

y yo encontraré la forma…

La mujer del Juez les podrá platicar de eso…

Las risas nuevamente inundaron la taberna.

Son burdos dijo el maestro Victorino

el conocimiento es lo importante

soy un letrado y eso me ha traído

respeto y admiración,

el estudio de las ciencias soy el camino

para ser alguien y claro un grupo

de damiselas habidas de conocimiento

es un buen sitio para estudiar.

Jajajaja eres famoso exclamo Mateo,

Si que me das batalla.

Las carcajadas una vez más

y señas para que se sirviera otra ronda,

entre todos se recorrieron con la mirada

buscando quien no había dado su discurso

y las miradas se clavaron en Zenda.

Respiró profundamente,

dio un sorbo a su copa de vino

que por cierto había permanecido intacta y dijo:

Amigos alguna vez entre tantas correrías

¿han sentido que su corazón se detiene

ante una mujer que lejos de la voluptuosidad

y el deseo los hace verse como una hoja al viento

que tiembla y se estremece ante su belleza de espíritu?

¿alguna vez han visto mas allá de su cuerpo

y acariciado su corazón y que ella acaricie el suyo?

¿Se han abandonad a un solo sentimiento haciéndose

sirvientes del amor, cerrando los ojos a todo lo de mas

y se han entregado a amar?

¿alguna vez han dicho: dejo todas mis riquezas,

todo mi poder, toda mi vanidad, toda mi fuerza

y sabiduría a los pies de esta dama?...

¿han soñado con tener a un bebé de ella en sus brazos

disfrutar de esa suave piel, de esa frágil presencia,

de sus balbuceos y sus sonrisas cristalinas?

Amigos mi corazón ha sido tocado

y soy exclusivo de una sola mujer

por quien daría la vida.

Mi seguridad está en saber que amo,

que puedo amar y que he encontrado

al amor de mi vida.

No necesito riquezas, fuerza, poder…

No pido más que poder amar

a un ángel que ha llegado a mi vida

y luchar por ser digno de su amor.

Un silencio profundo suplió a los aplausos

y carcajadas por un instante

hasta que Armando levanto su copa y dijo:

¡Salud por el hombre del mandil!

Sonoras carcajadas ocultaron

bullicio de reflexión que se generó en sus corazones.

Las batallas se libran en el corazón

del hombre y solo ahí esta la verdad…

Y en ti… ¿donde están tus seguridades?...


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