es la vida vista a través del cristal del amor,
todo se vuelve bello, todo parece ser brillante,
todo es ilusionada espera, todo es completa entrega,
momentos plenos, momentos tiernos,
momentos románticos, y sueños…
Sueños con una paz reconfortante,
sueños intensos en ocasiones
y suaves como una caricia es otras.
Después de la experiencia de un encuentro,
y al abandonarnos
a la suave somnolencia del cansancio,
entramos en el mundo mágico de los sueños
y muchas veces esos sueños
evocan al sentimiento que inunda nuestra vida.
La charla terminó y mi cuerpo exigió su descanso,
me recosté y poco a poco la bruma se apoderó de mi,
mientras mi mente repasaba con emoción
las palabras, las ideas
y el dulce intercambio de sentimientos
que había vivido,
hasta que una suave brisa
acaricio mi rostro
y como fantástico viaje
comencé a percibir nuevamente…
Un aire un poco frío,
un olor a maderas,
a tierra húmeda,
ese aroma tan peculiar de hojas secas,
el sonido del viento atravesando la enramada
combinado con el leve crujir
de las pisadas en la hojarasca.
Una indescriptible sensación en mi mano,
un delicado calor
surgido del contacto con una piel tersa,
tu mano en mi mano…
el paisaje bello y acogedor,
un atardecer con millares de tonos naranja,
una arboleda, un camino…
Y nosotros caminando,
platicando,
compartiendo,
fortaleciendo a través del conocimiento mutuo
el amor.
Mi sueño fue hermoso,
platicamos mucho,
por momentos simplemente
caminamos en silencio,
ese silencio lleno de comunión espiritual.
Por momentos la risa,
el coqueteo travieso de suaves empujones,
pequeñas carreras,
innumerables altos en el camino
para contemplar el paisaje,
altos en donde tu cabeza
se recargaba en mi hombro
por instantes dichosos
para luego con giros delicados
quedar frente a frente
para dejar el espacio a un beso,
pleno de total emoción y ternura,
que renovaba las energías
para continuar en el camino…
Caminando…
caminando tomados de la mano…