Mi corazón latía,
mis manos temblaban,
el aire me faltaba…
Una decisión de poner a prueba
la fuerza del amor,
del amor real,
del amor de lucha y entrega,
del amor que quiere ser eterno
y que no encuentra otro camino que el ser amado…
Luchar por lo que se ama,
poner todos los sentidos,
todas las fuerzas para conseguirlo,
con la convicción de que te puedo hacer feliz,
arriesgarlo todo,
dejarlo todo…
Mostrar por fin al mundo
cuán grande y profundo es este amor,
que ha sobrevivido a todo,
que se ha conservado a pesar de todo,
que ha perdonado,
que ha creído a pesar de que la esperanza
solo era la de cruzar unas cuantas palabras,
que permanece vivo a pesar de que tus labios
y los brazos que te cobijaban no eran los míos.
Desde el momento en que te conocí
mis labios no han siquiera rozado a otros,
mis brazos y mi pecho han estado vacíos,
mi cuerpo no ha sentido el calor de ningún cuerpo…
Nuestros pasos jamás han marcado su huella juntos,
mis manos no conocen la dicha de sentir las tuyas…
Etéreo amor que solo se ha alimentado
de una esperanza incierta y de el recuerdo,
de un pasado tormentoso,
del que rescató sólo los momentos sublimes…
Y cuando la esperanza brilló,
mis espacios poco a poco se llenaron de ti,
aun tan lejana,
aun tan inmaterial,
aun sin saber si en tu voluntad
estaba hacer el intento de vivir este amor,
abierto al mundo,
abierto a un futuro juntos.
Pero la realidad fue aplastante,
no quiste luchar,
ni un granito de esperanza,
ni un soplo de voluntad
simplemente renuncia,
simplemente reproche…
¡Si tan solo hubieras dicho quédate, no te marches,
si me hubieses mostrado una luz,
una esperanza, un poco de espíritu de lucha,
tan solo bastaba una palabra para que nuestros mundos
fueran uno.
Hoy mi corazón se siente oprimido…
tal vez sea lo mejor,
tal vez no soy lo que tu interior necesita
y por eso simplemente no hay lucha,
tal vez lo mejor es que me quede
con este sentimiento como una reliquia
guardada en lo más profundo de mi corazón.
La vida sigue, a pesar de lo que piensas,
o lo que lees,
aún no sé, si embarcarme en una nueva travesía
no sé, qué hacer después de esta dolorosa experiencia,
lo único que sé, es que:
Siempre, siempre, siempre…
Estaré para ti.