El reloj no cesa su marcha, el frío es intenso pero no puedo dejar de estar aquí, cada salto del segundero en un pensamiento, un recuerdo, un recuento…
Estás tan presente en mi vida, eres tan real para este loco soñador, es tan fuerte el amor que te tengo. Que aunque no esté tu presencia conciente, para mi estás aquí y cada uno de mis sentidos me lo indica.
Siento el calor de tu piel, escucho tu voz, miro tu hermosa imagen, mis labios se mueven inquietos buscando los tuyos, mis manos traviesas y juguetonas buscan tu cintura para traerte hacia mí…
Estas… pero no estas… Extraña sensación de exquisita ternura y punzante soledad, delicado y cálido sentimiento que se alimenta en el instante del recuerdo y fría realidad de tu no estar, inmenso amor en mi corazón que se queda retenido por el dique de tu ausencia.
Por momentos me regocijo en el amor que se que existe y en la constancia de su paso por mi vida y en otros instantes extraño tus “te amo” en una noche de sábado que desde el principio de lo nuestro ha sido un refugio amoroso de nuestro cariño, de nuestras sensaciones, de nuestra pasión…
Mi cama reclama mi cuerpo, mi voluntad aun es guiada por la esperanza, mi conciencia me dice que es natural después de un agitado, bello y extraño día, pero todos juntos todos mis sentidos, mi voz apagada por el silencio, mis dedos describiendo mis ideas, mi corazón latiendo y sintiendo, mi mente lucida y conciente quieren gritar antes de partir:
¡TERE TE AMO!
Eres el amor de mi vida, has hecho de mi un hombre nuevo y se que aun cuando no estas aquí que tu amor me cobija y que desde la tierra de los sueños o donde quiera que estés me dedicas un te amo igual que yo ahora en esta noche.
¡TERE TE AMO!
Y quiero amarte siempre, espero me den Dios y tú la oportunidad de hacerlo.
¡TERE TE AMO!
¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!
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