Aquella paya solitaria donde buscaba soledad para poder saber quién soy, se convirtió en una bella historia, plena de romance fortuito, plena de pasión…
Sin buscarlo, sin planearlo, sin esperarlo…
Sentado al crepúsculo, perdido en la inmensidad de la nada, solitario y pensativo, sentí como alguien se sentaba a mi lado… Sin mirar, sin voltear y con cierto temor, solo alcance a decir: los problemas parecen pequeños ante esta bella inmensidad…
Y resonó en mis oídos tu voz como canto de sirenas: ¡Que romántico dime más!...
Y pasaron las horas y se apagó el sol y la charla se convirtió en tenue caricia, y lo tenue se volvió calor y la oscuridad fue silencioso testigo de la pasión…
Y desperté mirando tu rostro, bello y armónico, tu piel morena, tus grandes pestañas, tu cabello rizado… Y te observe mientras la luz se hacía más patente, y me recosté a tu lado en silencio, y el sueño regresó a mi…
Cuando regresó la conciencia a mi cuerpo, me encontré solo, en la bruma de mis pensamientos, no alcanzaba a comprender si había tenido un sueño o había vivido un sueño… Hasta la fecha cierro los ojos y miro ese atardecer…
Historias que son como sueños…
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